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Old May 14th, 2013 #67
Narheim
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Originally Posted by Blanco. View Post
Las tocábamos con nordicismo principalmente. Creo que me echaron cuando abrí un post para hablar de belleza, que degeneró en los típicas discusiones para acomplejados.

Yo no paso más de una hora al día de media en el ordenador. Muchos días, ni lo toco. La tele la veo de refilón, a la hora de la comida o la cena, y porque no me queda más remedio. Si pudiera, apenas la encendería. Algún capítulo de The Big Bang Theory y poco más. Tengo un coche al que le están creciendo helechos y ya van dos veces que los joputas de la local le han puesto la pegatina de abandono y casi se lo llevan, con lo que me cuesta pagar los putos impuestos para tener un sitio donde follar cuando la necesidad apremia. Mi teléfono móvil es achelense; fue el bifaz de silex, un golpe más a la piedra y apareció él. Que no me llamen, porque no lo cojo, siempre lo tengo en silencio y la principal función que me cumple es la de reloj, prefiero los esemeses de esos, no gasto ni dos pavos en teléfono al mes. Las redes sociales son un mundo totalmente desconocido para mí, a veces me siento un viejo desconectado de mi generación, pero en determinados círculos pasa por hipster y queda incluso cool; yo sigo llamando a los telefonillos y me gusta saludar a las madres de mis colegas cuando les llamo al fijo como cuando era un crío. Lo que sí quemo es el mp3, el mejor invento de la historia. Con esto que quiero decir. Soy de los tíos con menos tecnología en su vida cotidiana del mundo -alucino cuando los profetas de lo natural sacan su Iphone para mirar el WhatsApp, y luego soy yo el racionalista ilustrado, que a veces salgo descalzo y medio en bolas de mi casa-, pero me flipa la tecnología puntera. Se me cae la baba con la ingeniería espacial, sueño con aceleradores de partículas, mataría por estudiar en el MIT, sigo la vida del Curiosity como si fuera un hijo mío y una de mis películas mentales favoritas es imaginar la fusión entre el hombre y la máquina como en la canción aquella de Kraftwerk. De la mano de la tecnología y la ciencia a los confines del universo. No es una imagen demasiado evocadora para la mayoría de los identitarios pero sí lo es para mí.

Hay procesos que no se pueden detener y, muchas veces, lo que nos ha llevado a evolucionar ha sido un simple descubrimiento. Con esto no quiero decir que no haya que oponerse a nada. Pero a mí me gusta el cambio y pienso que el pensamiento excesivamente conservador y la moralina de lo natural/antinatural te sume en un estado mental muy tóxico y anticreativo.

Y quien de verdad se oponga a la tecnología que apague el móvil y el ordenata, hombre. Que hasta los carlistas tienen aifons, donde quedó el rechazo a la Revolución Industrial.
Me ha gustado la descripción del móvil. El mio también es de esos, de los que en el instituto alguno usaba para jugar al fútbol. De los que sirven como pisapapeles y arma arrojadiza. Procuro dejármelo olvidado en casa siempre que puedo.

El ordenador lo uso más de lo que me gustaría, entre trabajos de la facultad, fotografía y lecturas. Hay muchas cosas que jamás encontrarás en una biblioteca o librería, y con internet son accesibles (y gratuitas). Aunque si puedo elegir me quedo con el papel.


En mi caso, la cuestión natural-antinatural la veo de un modo más pragmático que moral. No se trata tanto de considerar lo natural como bueno en un sentido moral, como de considerarlo deseable a nivel biológico, con todas sus implicaciones. Dejando de lado eso, es también una cuestión de gusto personal, de atracción por el tipo de vida del que me siento privado en este entorno tóxico que jamás he podido ver como un hogar, sino más bien como un ridículo zoo de tarados, degenerados y ganado sin voluntad.

Veo el regreso a la naturaleza como única posibilidad de seguir avanzando racialmente después del gran parón neolítico. Y no considero que ese modo de vida suponga retroceso alguno. Algunos de los mayores sistemas filosóficos jamás ideados hunden sus raíces en mitologías originadas en nuestras sociedades paleolíticas, que supieron guardar en la estructura del mito visiones filosóficas y espirituales, cuyos ecos se pueden ver reflejados en pensadores como Heráclito o, dando un gran salto temporal, el propio Nietzsche.